A menudo pienso y reflexiono sobre el hábito de tener éxito, y cuando me sumerjo en estos viajes sumamente introspectivos, me aseguro de hacerme preguntas que me retan, desafían y sacan de mi zona de confort.
¿Cuál es la verdadera naturaleza del éxito? ¿Es un viaje o un destino? ¿Realmente podemos entrenarnos en el hábito de ser personas victoriosas y exitosas?
Esas son algunas de las preguntas que se me cruzan por la mente y en las que reflexiono con un afán imbatible. Soy curiosa, intensa y apasionada. Siempre lo he sido.
Pero sobre todo, estoy convencida de que no puedo dejar mis aprendizajes, reflexiones y experiencias atrapadas en mi mente. Sé que debo compartirlas contigo.
Me gusta pensar que te podrían ayudar a superar algún desafío o por lo menos, inspirarte y sacarte una sonrisa.
Hoy quiero hablarte del hábito de tener éxito. Es algo fascinante y te confieso que me cambió la vida.
Esta es mi historia y me siento inmensamente agradecida de poder compartirla contigo.
El hábito de tener éxito
Muchos equiparan el éxito con hacer cumbre. Pero yo me he dado cuenta de que no es un viaje, sino un destino.
El éxito no es estático. En realidad, adopta muchos matices y evoluciona constantemente, tal como lo hacemos nosotros mismos.
Para desarrollar el hábito de tener éxito es imperativo entender esto: no es un evento aislado; sino el resultado de una serie de prácticas que debemos ejecutar día tras día.
Quizás esto suene crudo, pero yo misma lo he vivido: el verdadero desafío al que nos enfrentamos las personas exitosas no se refiere a la conquista del éxito en sí mismo.
El reto es ser capaces de sostener ese éxito en el tiempo y evolucionar a su propio ritmo.
¿Cómo le di vida a ese concepto?
Me refiero al del hábito de tener éxito.
Esto fue lo que pasó: un buen día concluí que mi meta no podía ser escalar hacia la cúspide del éxito. Me negaba a creer que ese debía ser el resultado final.
Hemos sido criados en medio de una gran mentira. Nos han dicho que nuestro progreso hacia el liderazgo o el emprendimiento está supeditado a la consecución del éxito.
Yo quiero alcanzar el éxito. No voy a mentir.
Pero este es el verdadero cambio de mentalidad atado a ese concepto: lo más importante no es llegar al éxito, sino mantenernos allí.
Muchas personas o empresas que han llegado a una cúspide, a una cumbre o a la cima más alta, son las mismas personas, empresas y organizaciones que han dejado de existir. Ya nadie habla de ellas; simplemente desaparecieron.
Tenemos que desmitificar el éxito
Esto empieza por derrumbar esa falsa creencia de que el punto culminante de cualquier persona —empleado, líder, emprendedor o empresario—, es saborear las mieles del éxito.
La realidad es que el verdadero éxito es mucho más que un punto de llegada. Es un proceso, una evolución y un viaje sin fin.
Por fortuna, no tardé años en entender que el éxito no es el final de nuestro viaje y que lo más memorable es cómo viajamos, evolucionamos y nos mantenemos exitosos a lo largo del camino.
¡De ahí nace mi concepto del hábito de tener éxito!
Cómo convertir el éxito en un hábito de vida
Lo primero que debes entender es que un hábito es una acción repetida. Es algo que hacemos una y otra vez y que con la práctica logramos incorporar en nuestra rutina.
Por ende, un hábito tiene el inmenso potencial de definir una gran parte de nuestra vida.
Así como adoptamos hábitos para mejorar nuestra salud física o ser más productivos, debemos adoptar el maravilloso hábito de tener éxito.
Pero, ¿qué subyace en este hábito tan increíble?
Si partimos del hecho de que ser una persona exitosa es como un deporte, entonces es totalmente válido decir que nos podemos entrenar en eso.
Yo me di cuenta de que quiero ser como una atleta de alto rendimiento. Quiero ser una high-achiever; es decir, una persona que nunca para de superarse y de conseguir nuevas formas para crecer, evolucionar y progresar.
Cristiano Ronaldo y Leo Messi
¿Qué hay detrás del éxito de Cristiano Ronaldo, Leo Messi o Rafa Nadal? Ellos tienen algo en común:
Son personas altamente enfocadas; entrenadas para ganar. Han desarrollado el hábito de superarse y de ser profesionales cada día.
Son atletas de alto rendimiento. Y eso mismo lo podemos llevar al contexto profesional.
¿Por qué haríamos nuestro trabajo con mediocridad, si tenemos la posibilidad de perseguir la excelencia?
Sinceramente, cuesta poco tiempo y esfuerzo pasar de “lo bueno” a lo “excelente”.
Ahora bien, me gustaría aclarar que la excelencia no es igual al perfeccionismo; aunque para muchos exista una línea muy delgada entre ambos conceptos.
El perfeccionismo suele estar atado al egocentrismo. Pero eso no es lo que yo quiero. Mi objetivo real es hacer las cosas de una manera brillante todo el tiempo.
El éxito es contagioso
Hace un momento te hablé sobre la importancia de perseguir la excelencia en todo lo que hacemos.
Esta es la causa: nuestro éxito es contagioso. No solemos tener idea de la cantidad de personas a las que podemos impactar y ayudar gracias a nuestro propio desempeño y rendimiento diario.
¿Qué crees que sucede cuando seleccionan a un grupo de estudiantes y alguien le dice que ahora será el mejor de la clase? ¡Se han hecho muchos estudios a raíz de ese tipo de experimentos!
Este es el desenlace: esos estudiantes, que no son los más sobresalientes, se convierten en los mejores y terminan sacando esa excelencia que siempre llevaron dentro, pero que por pereza, aburrimiento o situaciones personales habían invisibilizado.
Muchas veces también interfiere el sistema educativo. En algunos colegios no se persigue la excelencia y los niños no son incentivados a conquistarla.
Pero en el momento en que tú los agrupas y los etiquetas como “excelentes”, entonces dan la excelencia.
La rueda del éxito
Quiero compartirte la siguiente información para llamarte a la reflexión:
Imagínate que perteneces al 1 o 10 % de la población que trabaja con excelencia. ¿Qué crees que sucedería?
De ser así desarrollarías el hábito de la excelencia; la misma que te ayudará a adoptar el hábito de ser exitoso todos los días de tu vida.
Quiero que recuerdes esto siempre: tener éxito es sentir que eres una persona exitosa.
Para sentirte de esa forma tienes que trazar todas las fases, áreas y pilares de vida que le darían forma a tu éxito.
Me maravilla saber que no existe una fórmula universal para alcanzar el éxito. De hecho, es muy probable que la tuya sea muy distinta a la mía.
Pero sí existe una herramienta que podría servirte de mucho. En los sistemas de coaching se conoce como “la rueda de la vida”; pero yo la he renombrado como “la rueda del éxito”.
En ella incluí las áreas y pilares que llenan mi vida. Por ejemplo, en mi rueda del éxito las relaciones profesionales tienen más peso que las relaciones de amistad.
Confieso que tengo pocas amistades y que las he conservado desde que era niña, adolescente o universitaria.
Pero ahora mismo no le estoy dando tanta atención a mis relaciones de amistad, sino a las profesionales.
Quiero estar rodeada de personas excelentes para contagiarme de ellas y descifrar cómo puedo sumar a sus vidas, a mi manera, en aras de que sigan siendo exitosas y de que paren de inspirar a los demás.
Las finanzas y el amor
Las finanzas también forman parte de mi rueda. Me gustaría saber qué importancia tienen para ti.
¿Y el amor? ¡Por supuesto que también está presente! Pero, una vez más, me intriga saber cuán importante podría ser para ti.
Mi fórmula para alcanzar el éxito compila todos esos pilares y cada uno de ellos tiene una numeración distinta.
Aunque no todas las áreas son un 10/10, yo no me obsesiono con esos números.
¿Sabes por qué? Yo me di cuenta de que aun así puedo tenerlo todo y eso es algo que intento enseñarle a los demás todos los días de mi vida.
Podemos tenerlo todo
Reitero: puedo tenerlo todo. Esa declaración cambió mi vida. Yo vivo bajo ese concepto y te lo quiero explicar un poco más.
Así luce un día en el que puedo tenerlo todo: al momento de escribir estas líneas me percaté de que era sábado.
Eran las [11:11] de la mañana. Ese día me levanté y mi hija estaba viviendo una experiencia increíble con su abuela.
Estaba en mi isla natal y también había compartido con mi esposo; estábamos juntos diseñando cosas.
Luego, salí a hacer compras y a apoyar el talento de los diseñadores locales. Después almorcé con mi abuelita y por la tarde salí con mi familia.
Pero eso no fue todo. Por la noche cenamos con una pareja con la que nos encanta compartir —mi hermano y su esposa—.
Era un sábado. El día terminó y yo pude decir: “lo tuve todo”.
La sociedad te quiere decir que no deberías trabajar los fines de semana, pero te diré algo: yo jamás le he puesto un techo u horario a mi creatividad y a mis ideas de negocio.
Yo lo asumo como un diálogo. Tenerlo todo significa que puedo mirar mi rueda del éxito y darme cuenta de que ese día se alinearon muchos pilares importantes.
Estuve con mi hija, abuela y familia. Salí de compras —cosa que me encanta—, compartí con otras personas y fui feliz.
¿Ves todo lo que hay detrás de esa rueda que puede ayudarte a tenerlo todo? ¡Es increíble!
¡Este es mi primer regalo para ti!
Comenzar a hablar sobre el hábito de tener éxito es solo el comienzo de este proyecto.
Mi idea era crear este artículo para que entendieras el concepto y reflexiones sobre lo siguiente:
Si ahora mismo te dicen que perteneces al 1 o 10 % de quienes trabajan con excelencia, ¿te comportarías como una persona brillante y excelente?
¿Darías lo mejor de ti todos los días, bajo tus propios patrones, respetando tus no negociables y sabiendo lo que quieres y lo que no quieres?
Este es mi primer regalo para ti: el éxito es tu derecho. Mereces tener una vida exitosa.
Pero para alcanzarlo y mantenerlo, necesitas desarrollar el hábito de tener éxito.
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